Interrupciones

La vida pasa entre pequeños momentos casi imperceptibles, se abre paso como una gotera entre los horarios y las responsabilidades, agrieta la cotidianidad y reclama un espacio para ella, porque la vida pasa incluso cuando uno no está preparado.

Alberto era consciente de eso, le gustaba pensar que lo era, que era consciente de todo, incluso de que, en su control, en su inmenso poder, el azar lo gobernaba todo, era controlador aéreo por sus manos pasaban cada día entre 50 y 100 vuelos al día, cada uno con capacidad mínima para 100 personas, e incluso con ese inmenso poder, con tantas vidas entre sus manos sabía lo insignificante que era, lo minúscula de su existencia.

Sentirse diminuto era la forma como había encontrado para manejar el estrés que puede ocasionar su profesión, y para recordárselo sobre el tablero de control en la torre de operaciones habían hecho pintar un mural de constelaciones, un cúmulo de estrellas, para los demás controladores incluso para él al comienzo era solo un recordatorio de los primeros instrumentos de control, inspiración si se quiere ver de esa manera, pero mientras lo pintaban se había acercado a uno de los artistas y le había preguntado al verlo perdido en su obra -¿todo bien maestro?, ¿todo en orden?

-Me abruma

-Lo abruma, le preguntó Alberto

-Sí, es inmenso, me gusta un poco la astronomía y entre más aprendo, más me inquieta, es un poco como leer a Love Craft a sus dioses antiguos a Cthulhu, es enloquecer un poco ¿no cree?, en esta pequeña representación, en esta diminuta fracción del espacio que estamos pintando, la tierra no es más grande que esta moneda, le dijo, y en esta moneda estamos todos nosotros, los aviones que usted dirige, las pirámides, la gran muralla china y para el universo, nada de eso importa, por eso me abruma me entiende, sé que soy insignificante, pero al ver esta pintura es mucho peor, confirmo siempre que veo imágenes así que al universo le soy indiferente, bueno le somos, y disculpe la franqueza, pero ni usted ni yo le importamos algo al mundo.

Desde ese día, el estrés de su trabajo había disminuido, pero también su interés y su tolerancia a los idiotas, por eso de vez en cuando abría un su canal de comunicaciones e invadía la frecuencia de los audífonos Bluthooth y les recordaba por un par de segundos a los cerdos engreídos que su vida podía terminar en un segundo…

May day, may day, torre de control a 9351, vuela muy bajo, desaparece del radar, may day may day, reporte su problema a torre de control…

Nunca estuvo presente para ver las caras pálidas durante los breves segundos en que su canal de comunicación les llegaba como un balde de agua fría a interrumpirles su día y su vida con un mensaje claro… no sos nada.

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