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Accidente Literario

Un reguero de tinta, un daño colateral a la literatura. Un nuevo post cada jueves

Etiqueta: Elegancia

Las pequeñas cosas

marzo 2, 2023 AccidenteLiterarioDeja un comentario

—¿Qué me miras? —Preguntó en un tono incrédulo mientras terminaba de estirarse.

—Nada en particular, dije, es solo tu forma de estirarte

—Mi forma de estirarme, qué tiene mi forma de estirarme, —Dijo esta vez un poco más seria, parecía que malinterpretaba mis palabras, no era que tuviera algo raro, o que no cumpliera con el canon de un estiramiento, cada músculo que debía elongarse, podía incluso imagina las fibras de los músculos tensándose y generando ese pequeño dolor que lo acompañaba a sus movimientos y luego el alivio liberador que sellaba cada movimiento.


Nada estaba mal, todo lo contrario, estaba maravillado, cuando el sol aparece ella siempre está presa de su pereza, no es que sea incapaz de moverse, me refiero a que físicamente nada se lo impide, pero se rehúsa a hacerle caso, astro rey no tienes poder aquí susurra mientras se voltea; solo cuando ella lo decide empieza su contoneo, se escurre debajo de las cobijas hasta liberarse y yo no puedo sacarle los ojos de encima.

Pareciera maullar un poco, mientras bosteza tímidamente, extiende el cuerpo y mueve el cuello hacia los lados, luego hacia el frente, el cabello cae sobre su frente y la línea recta de su espalda se prolonga hasta sus nalgas, la imagen es irresistible, da pequeños golpes de cadera y se deja caer hacia atrás, el cabello le tapa el rostro, se ve sexy así, un poco despeinada, le da un toque salvaje supongo, algo felino.

Queda arrodillada sobre sus piernas y se arquea hacia atrás dejando expuestos sus senos, provocativos, sus pezones pequeños, dignos merecederos de un reinado de pezones si existiera alguno. Vuelve sobre su eje y esta vez busca los lados. Extiende sus costados y se ríe, es tan sensual de ver.

Pero ella no lo entiende, está a la defensiva, es mi culpa, lo sé, pocas veces digo algo que sea dulce o tierno, cosas que pasan, viejos amores que golpean y moldean el lenguaje me han llevado a no ser más de esos gestos. También es cierto que me gusta como se ve enojada, infla un poco sus cachetes, en un puchero que reclama a gritos —esta muy temprano para que te burles —aunque no me burlo, aunque no puedo dejar de mirarla.

—No sé como decirlo

—Con palabras you idiot —Contesta con una risa en el rostro, no está enojada está juguetona, tiene los ojos grandes, las pupilas dilatas, y en ese momento levanta sus manos y restriega sus ojos con el dorso de su palma, eso también es muy sensual, quizá los amaneceres le vengan bien, quizá sea eso, solo eso, pero lo dudo hay cierta cadencia en sus movimientos, es definitivamente hipnotizante, y yo como una presa embelesada no puedo sacarle los ojos de encima.

Parece que lo sabe, o que por lo menos lo intuye, su risa me indica eso, su broma, y entonces avanza poniendo una mano frente a otra, acercando su boca a mi pecho y restriega su rostro contra él, suspira casi en un ronroneo, y entonces pienso, que ya sé como decirlo, es algo gatuno pero me quedo callado, disfruto de verlo, y evito revelarlo, alguna cosas solo conservan su magia cuando se ignoran, —Amo esto le digo, verte despertar, es una de esas pequeñas cosas que amo de vos, le digo mientras escurro mis dedos entre sus tangas, mientras siento la humedad en yema de mis dedos.

Rituales

septiembre 9, 2021septiembre 9, 2021 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Era metódica, para nada mística, pero había algo en sus gestos que te daba la impresión de que nunca hacía nada de forma desprevenida. Una cadencia que articulaba un movimiento con otro, cada uno enunciaba el siguiente; y no hablo de que fuera predecible, no, cada giro, cada paso te sorprendía, aunque parecía lógico, pero estaba tan bien ejecutado que más que una necesidad de desplazamiento o una comezón repentina, parecía una coreografía.

Y es blanca, blanquísima, una palidez seductora, pero no inspira pureza, por el contrario, es una pureza que querés corromper. Y uno se pregunta si con esos dedos largos sabrá tocarse para tentarte, si sus movimientos se sincronizarán así de bien al follar, de ser así debe ser increíble, resuelta, ligera, siempre sabiendo qué sigue, un paso adelante, y ningún movimiento demás, siempre la fuerza justa, la cadencia justa, cuándo lamer, cuándo arañar…

Imagino su masturbación, imagino que entra a su cuarto, siempre en un ocaso arrebolado, en esa amalgama de rosa y naranja y cierra la puerta, baja la cortina, pero no el black out, busca su canción favorita y camina desnudándose hasta al cajón con sus juguetes, cierra los ojos y con la yema de sus dedos los recorre con los ojos cerrados, siente sus pliegues, sus formas hasta humedecerse y cuando se sincroniza con uno lo toma, lo aprieta y sonríe. Se sienta y abre sus piernas, y aplica lubricante en sus dedos, lo huele, lo saborea, se humedece y baila, se contonea felinamente, su cuerpo se sintoniza, cada poro responde, cada nervio se agudiza…

Cocinando debe ser igual, cortes firmes, rápidos, coordinados, cortes enérgicos, tap, tap, tap incesante, tap, tap, tap, inclemente, tomates jugosos entre sus dedos, ajo, cebolla, impregnándola toda, tap, tap, tap diseccionando pepinos, cebollines, zucchini, toma la carne como agarrándose las tetas, con una lujuria nata. Así creo que cocina, porque así camina, así habla, así te mira, con una carita pura que promete que el paraíso está en la punta de su lengua, que el infierno está en la mitad de su entrepierna.

Es un trance, sí, te digo, nada se le iguala, cuando ella camina, Björk suena de fondo, cuando ella habla Björk canta, come to me pienso, come to me y me muerdo la boca, come to me. Y entonces ella se levanta, se despide y se aleja, y yo me quedó ahí viéndola, imaginándola bañándose, imaginándola barriendo, trapeando, imaginándola comiendo un helado, durmiendo, imaginándola, siempre así, coreografiada, ondulando su vida, sonando como un saxofón, haciéndome cosquillas en las ideas…

Y ella se va andando desprevenida de mi mirada, ella se va silenciosa tarareando su canción favorita. Porque el cielo está arrebolando, porque anaranjada la tarde pinta el firmamento y de rosa se llenan sus mejillas, y extiende sus dedos al aire y siente su textura, su forma, y lo aprieta entre las manos y se contonea felinamente y yo pienso…

Sabrá que justo así la imaginaba, dildo en mano, juguetona, sabrá acaso su cuerpo leer una voluntad tan ajena, será ese el secreto de su reino, que se gobierna solo bajo el anhelo del deseo, que su sino es el pecado soñado. Me pregunto sin poder tener respuesta alguna, sin animarme a decirlo, se voltea, me mira y sonríe, quizá, quizá, quizá, responde con una clave casi de salsa casi bolero, se relame los labios, arroja un beso y se va.

Por fortuna es una mujer de rituales, y mañana sagradamente estará de nuevo aquí, esperando a ver si el cielo se pinta.

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