Saltar al contenido.
  • Escucha mi Podcast
Buscar
Cerrar

Accidente Literario

Un reguero de tinta, un daño colateral a la literatura. Un nuevo post cada jueves

Etiqueta: Monólogo

Ausencias

marzo 23, 2023marzo 24, 2023 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Torpe, llamarlo así a secas sería injusto, no era su coordinación lo que fallaba, podía con facilidad agarrar con una sola mano algo que le arrojaras, o bailar incluso lo hacía con cierta elegancia, nunca se ha cortado picando cebolla ni se tropieza de manera recurrente o notoria al caminar o correr, su motricidad no es el problema, y por eso torpeza no le hace justicia a lo suyo.

Le faltaba otra cosa, algo distinto, qué curioso que siempre se sabe cuando a alguien le falta algo, incluso si no sabes bien lo que es, hay algo que grita su ausencia, quizá por eso son tan difíciles de ocultar, porque se sienten, se presienten, porque siempre están presentes y son notorias.

No era imprudencia tampoco, no todo lo que salía de su boca carecía de tacto, ni tampoco ingenuamente ofensivo, no lastimaban sus palabras, no siempre, no lo suficiente como para que fuera eso lo que faltaba. Para que se sintiera como su identidad.

La astucia no le sobraba, pero tampoco era su punto más débil, es decir, tenía sus momentos, te agarraba con la guardia baja y te robaba una sonrisa de forma intencionada, no era que tropezara o abriera la boca y dijera algo fortuito, era evidente la intención, la planeación, así que no era eso, iba a su ritmo y definitivamente no era uno veloz, pero tampoco necesitaba que le azuzaran.

Era un poco de puntería porque sus observaciones, sus acciones incluso sus intenciones nunca caían demasiado lejos del blanco, era cerca, era muy cerca, rozaba con lo correcto, con lo adecuado, con lo justo y necesario, pero era evidente que no sabía como llegar hasta allí, que no reconocía las fronteras ni los límites, miope socialmente, sufría de astigmatismo moral y así iba por la vida a tientas, incapaz de leer un auditorio o de entender una indirecta, sin saber si quiera que algo le faltaba y haciendo que todos los demás simplemente sospecháramos.

Algo le falta, algo no está bien, haciendo que el instinto nos gritara al oído lo evidente, pero sin poder definirlo ni escucharlo, si se piensa de esa manera, algo también nos falta a nosotros, a su entorno, algo que solo nos hace sospechar, que nos hermana y al mismo tiempo nos distancia, carecemos de ideas o conceptos para definirlo, carecemos también nosotros de instinto para detectarlo.

Quizá sea eso, solo eso lo que nos permite no sentirnos del todo incómodos a su lado, lo que no nos ahuyenta, incluso lo que nos atrae, como dos perros oliéndose las colas, ambos pensando con la nariz a un par de milímetros de un culo ajeno. Algo no huele bien acá…

Quizá él piensa lo mismo y con la misma extraña precaución se acerca, sin saber, pensando quizá que lo imagina, imaginando quizá que lo sabe aunque no pueda expresarlo, al vernos quizá también se ve a sí mismo, y quizá también piensa que nosotros también sospechamos de él, que no está solo en su desconfianza ni solo en su pregunta, y por eso se queda, familiarmente incómodo como nosotros, porque su presencia, un poco distinta a la nuestra, le dice que todo está bien, que quizá eso es lo normal, que la gente vaya por ahí acompañada de extraños, de gente curiosamente rara, que hacen que uno se sienta anormal y que declare cotidiana esas ausencias indescifrables, que hagan que uno acepte que por dentro todos estamos rotos, a la espera de algo que quizá no llegue, de una palabra, un día una idea que siempre le será esquiva, que siempre permanecerá ausente.

—Pensaron un apodo para mí ya? Pregunta al fin el chico nuevo

—Sí respondo en nombre del grupo, el ausente, porque a ratos no sabemos siquiera si estás con nosotros.

Monólogo compartido

agosto 15, 2019agosto 29, 2021 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Desde que tengo catorce años, sucede lo mismo, me paso de tragos, voy a un baño, busco un espejo y tras lograr enfocarme me encaro de manera descarada

– Vos qué estás haciendo –

Algunas veces me respondo, y en ocasiones estoy tan ebrio que trato de convencerme de que todo va bien, mientras que yo, también en el espejo, sé que es todo mentira, es como tratar de disuadirme a mí mismo de que no hay razón para angustiarse, es un ritual entendés, yo estoy acostumbrado a mi molesta presencia cuando estoy ebrio, pero decime:

– Qué haces aquí, hoy no me he tomado ni un trago, déjame en paz, sobrio no te tolero –

– Ese es el problema, yo tampoco te soporto sobrio, sin licor sos tan aburrido, me muero del tedio –

– Exageras, no estamos tan mal –

– ¿No podrías escribir algo al menos? –

– que buena idea, ¿se te ocurrió a vos solito?, ¿crees que no he pensado en escribir, en mover tu culo y el mío frente al teclado y empezar a escribir algo? –

– Bueno y entonces porque llevas días, sin tocar un libro, ni empezar a escribir algo –

– Y bueno ya que vos estás tan avivado, por qué no me decís cuál es tu teoría al respecto, contame porque ni vos, ni yo estamos ahí escribiendo sobre algo-

– Porque sos un vago, preferís estar todo el día en el balcón entre café y café, entre mate y mate, y de darle las teclas poco –

– Ah, ahora la culpa es mía, quiero que sepas que no se me ocurre nada bueno, o nuevo, nada interesante como para empezar eso es todo –

– Y cómo se te va a ocurrir algo, sino te expones a nada, llevas días sofocándonos, no hablás con nadie, no salís, no bebés, dios solo estás ahí todo el día con la bragueta abajo y la verga arriba, no podés por lo menos encontrar otra solución ante el aburrimiento que la masturbación, no podrías hacer algo de provecho, algo por vos, estás por terminar todo el repositorio de porno de youporn-

– No creo que eso sea humanamente posible –

– Vas en la página 37 de la búsqueda de pecosas y ya terminaste con las 25 de crespas, no podrías al menos usar tu imaginación para eso, capaz así al menos te sale uno de esos cuentos de viejo verde, y mirá que al final no te salen tan mal –

– Por eso no te soporto, sobrio, echas más cantaleta que tía solterona –

– Pero sabés que ya sé que hacer, voy a escribir sobre vos, sobre lo molesto que sos, voy a destruirte, igual como planeo destruir literariamente a todo lo que me molesta, empezaré diciendo algo como: desde que tengo 14 años, cada que me paso de tragos, busco un baño con espejo y tras lograr contacto visual… Es más sabés que, lo voy a llamar Monólogo Compartido-

Entradas recientes

  • Colgar los guantes junio 1, 2023
  • Máximos y mínimos mayo 25, 2023
  • Mitades mayo 18, 2023
  • Voluntad mayo 4, 2023
  • Presagios abril 27, 2023

Archivos

Categorías

  • Cuentos
  • Cuentos cortos

Sígueme

  • Instagram
Follow Accidente Literario on WordPress.com
Anuncios

Accidentes Mes a mes

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 1.209 suscriptores
Web construida con WordPress.com.
Volver al principio
  • Seguir Siguiendo
    • Accidente Literario
    • Únete a 77 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Accidente Literario
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra