Buses y cebollas

Prefacio: No sé que relación tiene el transporte y el llanto, pero qué fácil es llorar en los buses

El flaco

Un hombre que ríe no es una imagen tan fuerte como uno que llora, no sé por qué, ambos sentimientos son similares, me refiero a los que ocasionan la risa o el llanto, la felicidad y el dolor no están en escalas diferentes, sin embargo la segunda acción tiene de su parte el misterio. Creemos que sabemos porque ríen los hombres, pero siempre nos intriga el por qué lloran, por eso el llanto debe ser de un hombre adulto, uno que luzca fuerte, tosco, uno que sufre tanto por llorar y ser visto como por la razón que lo doblega.

Las puedo contar en los dedos de las manos las veces que he visto hombre deshacerse en el llanto, corriente buenos aires 2015, frente a mi camina un hombre alto, odio un poco cruzarme con personas más altas que yo, odio que me vean desde arriba porque sé que con el tiempo me verán con desprecio, pero cuando pueden mirarte desde arriba y con desprecio, me jode, en fin, el hombre alto camina con el celular pegado a su oreja, la voz engreída,  muy porteña de repente pierde su tono canchero, escucho el cambio y pienso, le sacaron la pelota, no sabe jugar sin ella:

—pero, —y se calla, se muerde el dedo índice y merma el ritmo de su caminada

—pará, pará —y es él el que se detiene, al que se le agota la prisa

— no, no es así, —lanza comienzos pero no puede desmarcarse, lo incomoda la situación pero no tiene escapatoria, está jugado, pero no se da cuenta, no tiene juego, le ganaron la espalda y desde atrás ahora lo atraviesan. Se desploma en la vereda, se sienta en un pórtico de un negocio, se descompone, se desconfigura su rostro pero aguanta, la gente lo ve y él lo sabe, llega su colectivo y se sube, subo con él, no voy  hacia allá, pero quiero verlo llorar, angustiado, quiero ver la evolución de su mueca y tratar de clasificarlo, no fue explosiva, nadie ha muerto, pero él se está muriendo, usa su sube, 4.25 marca, vamos lejos, pongo mi sube -6.25 estoy cerca del límite, tendré que caminar si no comienza a llorar al pasar por la última estación del subte, por fortuna el dolor le gana, y con solo sentarse pierde su armadura, llora con una cara de niño ridículo, llora con una mueca de ego herido, llanto de abandono, a este lo dejaron, los escucho sorberse los mocos y cada que se controla marca desde su celular y con cada llamada rechazada llora de nuevo.

Barajas 2018, un hombre zapatea en la fila, está pálido, tiene miedo, sabe algo que los demás ignoran, él ay sabe cómo va acabar todo, en el fondo lo sabe, pero allí continúa, no hay esperanza, pero es terco, necesita escucharlo de la voz de alguien más, se agita, la respiración se acelera, pregunta con desesperanza.

—Mi vuelo sale a las 8 am, pero no puedo hacer check in para regresar, mi vuelo es ida y vuelta con ustedes, pero tuve que viajar una semana antes y no pude cambiar la fecha…

—¿No viajó con nosotros?

—No responde seco

—Bueno, no hay nada que pueda hacer dice pegando la lengua a los dientes frontales superiores, al no viajar con nosotros dice empujando la lengua contra los dientes frontales inferiores, el vuelo se cancela.

—Alega, manotea y finalmente llora, pregunta por otro vuelo, 5.000 euros en clase ejecutiva, al parecer no hay más y por esa cantidad el hombre seguro prefiere ser un migrante más y quedarse Madrid, a este no lo dejaron regresar.

Medellín 2013 fumo, fumo con rabia, estoy en un bar, un parche cervecero, hay ley cervecera, un extra evento en el que después de una ley seca, la cerveza es a mitad de precio, la cervecería quiere alcanzar metas numéricas aunque deba sacrificar facturación, quiere apoderarse de la noche, quiere demostrar que la cerveza también emborracha, la rabia es personal, conmigo mismo, por confiado, por pendejo, acabo de graduarme como filósofo y pronto terminaré las suficiencias para recibir el grado de filólogo, tantos títulos pero tan poca inteligencia práctica pienso, termino el cigarrillo y me monto a un taxi, abro el celular y leo de nuevo —perdón, creí que era mañana, lloro, a mí me plantaron.

—Sí, siempre se me graban más los llantos que las alegrías, pienso al ver el hombre vendiendo dulces subirse al bus, con los ojos rojos, como si hubiera estado picando cebolla.

Llanto

Todos, y digo todos convencido, porque es la única forma en la que se puede tolerar tal abuso de poder de declarar a todos los seres humanos iguales, pero es imposible decirlo de otra manera, estoy seguro que todos hemos aprendido, que el llanto es la emoción más grande, se llora en los orgasmos, en las películas, en las iglesias, en los bautizos y en los entierros, se llora en navidad, durante el feliz año, en la ducha y antes de dormir, se llora de manera honesta, se finge el llanto, lloramos de la ira, del miedo, de amor, por amor… se suele llorar siempre, la vida no parece más que la extensión entre un llanto y otro y a medida que crecemos, se llora diferente.

Los niños por ejemplo, tienen un llanto explosivo y como casi todas las cosas que llaman nuestra atención, falso. El niño llora porque aún no sabe comunicarse de otra manera, aunque sepa ya hablar y formular con cierta coherencia frases e ideas, cada una de ellas carece de fuerza expresiva, el no podría decir que le duele un diente como si tuviera un pájaro carpintero en él, o que su estómago arde como un globo envuelto en llamas, y por eso su único atenuantes o agravante es la intensidad del llanto.

Los amantes solo saben llorar de desengaño, la amante y el amante solo lloran al traicionar sus expectativas, realmente nunca el llanto pertenece a un motivo externo más allá del de darse cuenta que algo que deseaban no va a cumplirse, es un llanto egoísta y aleccionador, llora para que no olvides que nada te pertenece, que aquello que querías no se cumple y que, a pesar del amor, el amor no es más fuerte.

Luego está el llanto de la melancolía, ese que produce el tiempo ese que es dependiente, que empieza con una sensación de agobio, una sorpresa que no conmueve hasta sacudirnos una a una las lágrimas del recuerdo, y que puede venir de una foto, un video, alguien que se parece a nuestro padre quizá ya muerto, o una escena en un comercial, película, novela, ni siquiera tiene que ser una buena escena, solo una pequeña conexión y los naufragan, las emociones azotan y arremeten contra los lagrimales y finalmente se desbordan en recuerdos, tu viejo riendo, tu viejo haciéndote reír, o un juguete, o un color… de alguna manera el tiempo lo conecta con un recuerdo y hace llanto. Llanto sorpresa.

Y el rey de los llantos no es ni un cocodrilo ni un cucuy, ni el poema de Oliverio Girondo, ni se pueden seguir las siempre las instrucciones que propuso Cortázar, el mejor de todos el más dolorosos, sinceros y solitario, es el llanto de las madres. Y habrá que excluirse acá el llanto que se manifiesta, porque generalmente ese que se ve es el de la ira, o un llanto alegre, en cuyo caso es corto, humilde, del llanto que hablamos, es del ausente, de ese que comienza con un silencio en medio de una discusión, se extiende por un par de horas hasta que la madre encuentra un escape, un sitio en soledad y entonces llora, llora el alma, el miedo las angustias, llora los tragos del hijo, las drogas, los fracasos del padre, los miedos, las enfermedades, llora las deudas y las decepciones, llora sola sin quien la consuele, porque una madre es ante todo el último bastión, y ella no está dispuesta a compartir ese llanto con nadie más, a menos que sea otra madre, y por eso entre amigas se reúnen y lloran, lloran las guerras y los muertos, lloran como si su llanto fuese a salvar el mundo, y no dejan de llorar aunque sepan que ni siquiera su llanto puede salvarlo.

Viaje en Metro

Un niño llora en el metro, está en los brazos de su abuela y sufre abiertamente y en voz alta, ¿dónde está mamá? Pregunta, ¿dónde está mi mamá?, enfatiza posesivo, reclama a gritos la presencia de ella… Yo sonrío al escucharlo, supongo que su abuela va a contestarle y a calmarlo, pero ella no se inmuta.

Mala señal, pienso, no debí cambiarme de vagón, probablemente el nene lleva mucho tiempo preguntando por su madre, sin aceptar ninguna respuesta, sí, seguro fue una mala idea el cambio de vagón, en la próxima estación volveré al que estaba, mientras divago en posibilidades algo pasa, me sumo en esa angustia del nene y pienso: eso es amar, amor, puro y duro, un amor inconsciente. Él llorará hasta perder la voz, y luego llorará en silencio, y su llanto solo cesará cuando el sueño lo venza o hasta que su madre aparezca frente a él.

Él no sabe, tampoco le importa, pero a los adultos esos llantos le son incomprensibles, les han sido amputados de la vida social y condenados a la privacidad, lo aprenderá como todos nosotros con el paso de los años, porque en uno o dos más, caerá mientras que corre en un parque, en la casa o juega con sus amigos y se golpeará fuerte, dejará la piel sobre el asfalto, o en la arena, verá correr rojo sus miedos, rojo y caliente su dolor y llorará de nuevo en voz alta, y su padre lo levantará, lo mirará a los ojos y le dirá, sea varón, los varones no lloran… luego, sus amigos, un poco más canallas, un poco más sadistas, le cerrarán aún más los lagrimales, al levantarlo a pata en un gafiado, y sentenciarlo, no lloré, no sea niña, que llorar es para maricas… Con el tiempo, aprenderá la magia que le permite convertir el llanto en ira, y en sarcasmo.

Allí en los brazos de su abuela, él no sabe, ni se imagina, ni tampoco le importa que cuando tenga 20 años se pasará de copas, se ahogará entre tragos ya sea por echarse un polvo, o por la desazón de hace mucho no echarse uno, beberá como caballo asoliao y no llegará a dormir a su casa, y entonces será su madre la que se angustie, la que no podrá encontrar paz, y solloce en silencio, hasta que el cansancio la venza.

Ninguno de los dos sabrá conectar sus llantos, no sabrán escucharse, ni recordar la historia de sus lágrimas, y cuando discutan no habrá treguas, cada uno hará su magia y convertirán el dolor en enojo, en silencio, porque él no recordará haber llorado, y ella habrá perdido la cuenta de sus llantos, y tampoco recordará la razón de las lágrimas que ahora le cubren el rostro.

Llorarán juntos, cuando su padre fallezca, cuando su abuela no vuelva de la tienda, pero siempre llorarán en la ausencia del otro, nunca el uno frente al otro, porque sentirán que deben darse fortaleza, sin saber que necesitan es llorar hasta el cansancio.

Él no sabe, no puede imaginarse, que mientras que siente que el mundo es un lugar cruel, aunque no sepa que es ser cruel, mientras siente que el mundo es egoísta y mezquino, aunque no sepa que es egoísmo ni mezquindad, un gordo de mierda va pensando en cuantas veces más llorará en su vida, y le importa un carajo que el obeso de gafas, se tome el tiempo de hacerlo crecer entre llantos, de quitarle a su padre y a su abuela, al nene le importa todo tan poco, para él, el mundo se terminó cuando dejó de ver su madre.