Contra todos

Cierro los ojos y cuento: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez… lo hago mientras respiro pausadamente, mientras me quito los lentes y llevo la mano a la parte superior de la nariz, la curvita de donde nace el tabique, hago presión y siento que no funciona pa’ ni mierda, que el resultado será el mismo de siempre, que la estupidez se desborda… el paternalismo se folló a Darwing pienso y entonces escucho.

−Ana, ana, te estamos esperando−

Esa voz solo lo empeora todo, esa voz podría ser perfectamente la causa de todo, tiene ese falso sonsonete de niña bien, pero gangoso, ese osea que no suena a cuna de oro sino a un arribismo impostado, a una imitación tonta de niña tonta

−Ay Ana, linda, estás bien, muñe, me regalas un vasito con agua para Ani porfi−

Levanto la mano y rechazo todo, pido que continúen, intento decirles que no me pasa nada, pero la verdad es que me pasa todo, intento comprender cuanta autoestima tiene uno que tener para estar tan ciego, para no darse cuenta que la ingenuidad después de los quince años es güevonada, y mi problema no es con ella como luce, ni como habla, ni siquiera en lo básico de su pensamiento o en lo simple de sus necesidades, es que en sí ella es un producto y eso es lo que me genera estas ganas increíbles de eliminar la carta aprobada el 10 de diciembre de 1948 o por lo menos ponerle un requisito, alterar ese preámbulo y que diga: Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; se le reconocerán a todos quienes demuestren coherencia y convicción en su accionar como individuo reflexivo.

Una sonrisa se me escapa, quizá en medio de la reunión se interprete como que todo está bien, pero no sonrío porque todo esté bien, me sonrío porque la idea me hace reír, la cultura impuesta por decreto es tan horrible como cualquier otra medida hecha a la fuerza, pero es que a esta le faltaron correctivos, y yo ya no estoy para andar soportando la incapacidad ignorada, es decir, no soporto es el autoconvencimiento sin argumentos, ni los títulos porque esos la verdad es que lo único que necesitan es de un poco de paciencia y disposición, el Ministerio ya no deja echar a los malos estudiantes, ni a los que roban, a los docentes los evalúan por número de estudiantes que ganan los cursos y se les responsabiliza del aprendizaje, como si ellos pudieran enseñar ganas, como si no tuvieran que lidiar con el producto de la frustración, porque si de algo es producto ella es de la frustración, se nota que en la universidad un profesor o profesora dijo, ay con tal de no verla… que se vaya, que en la escuela alguna o alguno lloró de impotencia.

La reunión continúa y ella sigue hablando, −Gordi, genial, pues a ver, es que es verdad, porque mi perrita cinnamon− otra vez hablando de ella, qué necesidad, pienso, y pienso, será que fue la hermana menor en una casa donde todos hacían todo bien, que necesita amor, comprensión y ternura… sonrío de nuevo, la reunión avanza sin mí, una de las cosas que más me molesta realmente es que saca lo peor de mí, me hace sentir como una fascista, como una camandulera y si hay algo que me moleste es eso, porque en general no soporto los generales, ni los coroneles, ni los curas, pero conocerla me ayuda a entenderlos, es que provoca… lo peor es que todo está tan normalizado y normatizado que ahora resulta que no, que pues como, que a ella hay que entenderla, que si la echo entonces soy una mujer que no apoya la causa, pero es que la causa de que haya opresión es que existan más como ella, sin carácter, sin comprensión de la realidad, sin, sin ovarios, para usar una de esas frases que nos hemos adjudicado.

Eso, eso es lo que más odio, ella me hace incluso antifeminista, no puedo decirle que es tonta porque cómo se me ocurre, saltaría el mundo a decirme que no, que pues cómo, que a ella hay que respetarla y valorarla solo por ser mujer, pero mi problema no es que ella sea mujer, mi problema es que es tonta, y lo peor es que el problema se expande, igual pasa con los afrodescendientes, los gay, las lesbianas, los creyentes… a nadie, a ninguno, a ninguna habría que respetarlo solo por su sexualidad, género, deidad a la que adora o color, el asistencialismo acabó con la meritocracia, nadie debería ser celebrado solo por existir.

−Ani, ¿estás de acuerdo?−

−No, con nada.−

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