Comienza con espasmo, 1200 músculos se tensan, se retuercen, se comprimen y concentran su energía hasta estallar mientras se expanden. Sumados son 30 segundos, en los que el potencial se acumula. Todo es posible. Se concibe en un momento al salvador y al verdugo del mundo, la promesa cumplida, la decepción prometida, y a cada paso ramifica y disipa sus ideas, sus sueños.
Carga consigo los fracasos de su ascendencia, los carga, y esa es su mayor condena. Nada importa, tiene miedo de caerse a pedazos, miedo a perder el control, no toma nunca una copa demás, no pierde nunca el sueño, ni el norte, Prometeo debería llamarse, se ha encadenado así mismo y la angustia le devora a diario las entrañas, la culpa lo carcome.
Teme perderse una posibilidad así que carga y sobrecarga sus expectativas, aún piensa que es posible, aún piensa que todo es posible.
Cash suena al fondo, i hurt my self today –dice- y todo se viene abajo. Prometeo se convierte en Ícaro y cae, recuerda un dolor creciente lo perdido por lo acaparado, mano ocupada, mano perdida recuerda retumba en la voz de facundo, y como Atlas se arrodilla, give me all your love know cuz we may be dead by tomorrow. Y piensa en la médica, en los orgasmos de la médica, en los ojitos blanqueados de la médica, en el lunarcito, en la teta izquierda de la médica. Y como una cascada llegan las imágenes. La licenciada, su damita sumisa, cualquier posibilidad de recrear a Sade partió con ella. Piensa también en la lingüista, en su lunar de corazón en la pierna derecha, piensa la modelo, en la vestuarista, en esa amante camaleónica que más que follar interpretaba los orgasmos, en su lluvia, en sus corridas, y piensa en los países dejados, en las puestas de sol que solo le conocieron la espalda, se da cuenta del dolor de sus partidas, de la profundidad de sus ausencias, comprende que todo se ha disipado.
Nada ha soltado, pero aún así de sus manos cae la vida. Todo lo que necesitó cuidar se desborda, sin nada que lo retenga, se ha cumplido su derrota, su profecía está hecha, el potencial alcanzado, de la pila de sus manos caen y caen pedazos. Ignición inminente 5,4,3,2,1. Se recuerda siendo feliz y avanza, toma velocidad y se siente listo para todo, quema el combustible de su juventud y desacopla los motores, ya no es fuerte, recurre a su inteligencia, se dedica los próximos 5 años a usarla, a mejorar, a crecer, piensa, y piensa hasta agotarlo todo, desacopla, aligera y entonces mira que poco le queda, y que poco le interesa lo obtenido. Abre las manos y se expanden frente a él los pensamientos, como juguetes, como jueguitos, se expanden en un vacío imaginario, toman orden y forma, un niño gordo volviendo a casa con su bolsa de golosinas, un apostador viendo el jackpot en su traga monedas, una furcia viéndole la cara al hombre que la ama. Él frío, y distinto, ni Ícaro, ni Prometeo, ni Atlas, ni Venus, solo ondas de un impacto, seguida de otras ondas que se expanden hasta anularse.
Recuerda sus pecados, disfruta sus pecados y piensa: he pecado, no al cometerlos sino al omitirlos. Selecciona sus pecados favoritos, sus remordimientos más grandes, los compila, los clasifica, ingenuidades, realidades, oportunidades perdidas. Cierra los ojos y pinta.
El flaco lo tiene todo en frente, sonríe, saca los dedos de su picadura de tabaco, mastica un poco, no puede fumar en el museo, pero extraña el sabor y morder la picadura lo calma.
—Fascinante, ¿no cree?, ¿qué cree que significa? Lo interrumpe un cabello castaño, una carita pecosa.
—Es un espejo, dice el flaco tranquilo, a la izquierda está lo deseado, en medio lo hecho, a la derecha lo que yo voy a hacerte. Y mientras lo dice, el flaco se ha acercado a su boca, y al terminar de decirlo la muerde y le lleva su mano a la polla.
Energía potencial, le susurra mientras que ella la prieta.