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Accidente Literario

Un reguero de tinta, un daño colateral a la literatura. Un nuevo post cada jueves

Etiqueta: Pr{ologo

Las pequeñas cosas

marzo 2, 2023 AccidenteLiterarioDeja un comentario

—¿Qué me miras? —Preguntó en un tono incrédulo mientras terminaba de estirarse.

—Nada en particular, dije, es solo tu forma de estirarte

—Mi forma de estirarme, qué tiene mi forma de estirarme, —Dijo esta vez un poco más seria, parecía que malinterpretaba mis palabras, no era que tuviera algo raro, o que no cumpliera con el canon de un estiramiento, cada músculo que debía elongarse, podía incluso imagina las fibras de los músculos tensándose y generando ese pequeño dolor que lo acompañaba a sus movimientos y luego el alivio liberador que sellaba cada movimiento.


Nada estaba mal, todo lo contrario, estaba maravillado, cuando el sol aparece ella siempre está presa de su pereza, no es que sea incapaz de moverse, me refiero a que físicamente nada se lo impide, pero se rehúsa a hacerle caso, astro rey no tienes poder aquí susurra mientras se voltea; solo cuando ella lo decide empieza su contoneo, se escurre debajo de las cobijas hasta liberarse y yo no puedo sacarle los ojos de encima.

Pareciera maullar un poco, mientras bosteza tímidamente, extiende el cuerpo y mueve el cuello hacia los lados, luego hacia el frente, el cabello cae sobre su frente y la línea recta de su espalda se prolonga hasta sus nalgas, la imagen es irresistible, da pequeños golpes de cadera y se deja caer hacia atrás, el cabello le tapa el rostro, se ve sexy así, un poco despeinada, le da un toque salvaje supongo, algo felino.

Queda arrodillada sobre sus piernas y se arquea hacia atrás dejando expuestos sus senos, provocativos, sus pezones pequeños, dignos merecederos de un reinado de pezones si existiera alguno. Vuelve sobre su eje y esta vez busca los lados. Extiende sus costados y se ríe, es tan sensual de ver.

Pero ella no lo entiende, está a la defensiva, es mi culpa, lo sé, pocas veces digo algo que sea dulce o tierno, cosas que pasan, viejos amores que golpean y moldean el lenguaje me han llevado a no ser más de esos gestos. También es cierto que me gusta como se ve enojada, infla un poco sus cachetes, en un puchero que reclama a gritos —esta muy temprano para que te burles —aunque no me burlo, aunque no puedo dejar de mirarla.

—No sé como decirlo

—Con palabras you idiot —Contesta con una risa en el rostro, no está enojada está juguetona, tiene los ojos grandes, las pupilas dilatas, y en ese momento levanta sus manos y restriega sus ojos con el dorso de su palma, eso también es muy sensual, quizá los amaneceres le vengan bien, quizá sea eso, solo eso, pero lo dudo hay cierta cadencia en sus movimientos, es definitivamente hipnotizante, y yo como una presa embelesada no puedo sacarle los ojos de encima.

Parece que lo sabe, o que por lo menos lo intuye, su risa me indica eso, su broma, y entonces avanza poniendo una mano frente a otra, acercando su boca a mi pecho y restriega su rostro contra él, suspira casi en un ronroneo, y entonces pienso, que ya sé como decirlo, es algo gatuno pero me quedo callado, disfruto de verlo, y evito revelarlo, alguna cosas solo conservan su magia cuando se ignoran, —Amo esto le digo, verte despertar, es una de esas pequeñas cosas que amo de vos, le digo mientras escurro mis dedos entre sus tangas, mientras siento la humedad en yema de mis dedos.

Irrealidades

julio 14, 2022agosto 30, 2022 AccidenteLiterarioDeja un comentario

-Cada uno vive en una «burbujita», una caverna si se me permite el lugar común, es difícil mirar afuera en un lugar así, lleno de oscuridad, es un gran salón donde la verdad es solo un rumor, siempre me causó curiosidad porque la gente elige creer en algo que no es real, porque les costaba tanto conectarse con lo evidente… pero ahora lo entiendo.

Kata miraba intrigada a Antonio, él era un hombre racional, abiertamente agnóstico, y como cada hombre inteligente impopular y solitario, no necesitaba de la aceptación para sentirse bien, no buscaba validación y se jactaba de ello, así que no pudo más que morder el anzuelo.

-Ella era una mujer pequeña, morena y con algo que la hacía única, una sensualidad que expiraba de su piel, inteligente, joven, desafiaba los cánones incluso el de los estereotipos de belleza, no alisaba su cabello, no vestía de manera provocativa, no necesitaba de accesorios, tenía algo en su esencia que le permitía prescindir de la bisutería, incluso se notaba incómoda cuando la ocasión requería de ellos, no se vía mal con ellos, pero eran a todas luces prescindibles.

-¿Por qué?, preguntó mirándolo.

Porque anoche, en esa oscuridad que tiene la madrugada, soñé algo intenso, estaba en mi apartamento y dormía, era esa hora donde incluso los gatos duermen, donde los celadores tranquilos duermen sin miedo a que nadie los descubra, una hora muerta, lejos de cualquier cosa y ahí estaba yo preso de esa bruma, en el tiempo perdido, en ese letargo del que hablaba Proust y no estaba solo, su piel estaba sobre mí, su olor estaba conmigo, volví a sentir sus labios en mi boca, en mi pecho, volví a sentir sus uñas en mi espalda, volví a escucharla gemir, y estaba allí disfrutándola, disfrutándome, sus caderas sobre las mías y entonces maldije mi sensatez, odié mi racionalidad, porque recordé que estaba solo, y desapareció su olor, su sabor, sus gemidos, el mundo tomó conciencia, volvió a ser simplemente real y frío, palpable y crudo, real, simplemente real.

Y envidié entonces la fe ciega de los católicos, de los terraplanistas, quise ser ingenuo como la gente que cree en la pirámides de dinero, como los que caen en las estafas, quise creer que un primo lejano era un rey africano que en su excentricismo había decidido rastrear su parentesco genealógico para compartir su buena fortuna, quise creer que caro, esa mujer que me enloquecía en la universidad y que ahora vivía en Australia tenía retenida una mercancía en la aduana y necesitaba que le consignara para liberarla y no perderla, lo quería todo, quería su ilusión porque quería seguir viviendo ese momento, quería seguir creyendo que era real… quise creer en Bukowski cuando decía que no existe el mal viaje, sino que es real cuando se imagina, pero no pude, no fui capaz, y la vi desvanecerse.

Bendita ignorancia la de los ignorantes.

-ella sonrió con una mueca burlesca, -dicen que ateos hasta que el avión cae, y era mucho más sencillo al final, racional hasta que la calentura te despierta entonces.

-jajajajaja sí, al menos por una noche.

Un día de estos

junio 2, 2022 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Esa expresión me confunde, dijo a María a José después de que él le dijera que estaba cansado y que un día de estos iba a descansar. -Por qué le preguntó él dándole la espalda mientras buscaba en su desorden un cigarrillo, mientras que reblujaba más sus cosas y empezaba a irritarse.

-Esa de un día de estos… de cuáles, hoy es sábado, es tu día de descanso, acabas de follarme como un animal, de morderme como uno, de manchar tu tendido con esperma, estas enguayabado y tomando de una manera que parece que pronto volverás a estar ebrio… es decir, te estás quejando de esto, si se nota que te encantó, si estás jadeando como un animal… follas como animal, mordés como tal y mirá hasta los jadeos, quizá tu problema es ese, no sabes ser otra cosa, el ocio te genera pánico, estás ahí como ratoncito escarbando, buscando tu droga… cuando podrías estar aquí pegándome la cara contra la almohada y rompiéndome el culito.

-No, primero del culito no te has salvado, y sí follo como un animal, muerdo y jadeo como uno, también trabajo como uno, a mí me gusta así, las corbatas para amarrarte las manos, a mí me gusta el cabello así, como me lo dejan tus manos cuando te estos lamiendo ese sexo brillante de humedad, como te queda después de que sacamos a caminar la cama… pero necesito encontrar ese cigarrillo, lo necesito porque es un ritual, soy un hombre de rituales, de costumbres, un animal quiero decir, tengo que, si no, no voy a poder continuar, ahhhhhh aquí está -toma el cigarrillo y lo lleva a su boca, toma la candela mientras camina a la cama, lo enciende con una caja de fósforos que ella le alcanza, siempre con el mismo agarre pulga e índice aprietan la base y con el anular apoyado en la cabeza rastrilla contra la caja y le da un pequeño empujoncito para protegerlo del viento, de la lluvia con la palma de su mano. -Mira María, me gustás más con ese pelo arrebatado con tu lengua arrebatada, que cuando vas a la oficina con tus tacones altos, en tu carro caro, me gustás así, real sin las cremitas, con el labial regado, sonrojada, colorada y acalorada. 

-Pero no es de eso  de lo que te hablo, es de por qué no haces algo ya, la vida se te está pasando ya, si eso te cansa hace algo, hacelo ya.

-A vos tu marido te cansa y te cansa todos los días, no solo los sábados que pasas a mi lado, y tampoco haces nada, porque te gusta igual la idea de huir, de que el cansancio está al otro lado, en otro lado, por eso, por eso no hacemos nada y por eso esa expresión es solo una expresión una ilusión de que el tedio está afuera, y que podemos huir de él algún día, pero a donde vayamos, va con nosotros, es nuestra maleta de viaje, si me fuera de este trabajo a otro trabajo ocurriría lo mismo, si dejaras a tu marido por este polvo, te ocurriría lo mismo, el hombre es un esclavo de sí mismo, de su autopercepción y nada más, vos y yo, mi tan animal como decía vos y tu vos tan sofisticada, cada uno está preso de su idea, tanto que le es imposible escapar aunque lo desee, y entonces decimos algún día. -Dijo José mientras se acercaba a su boca y le mordía los labios, mientras que le agarraba las tetas y la giraba boca abajo sobre el colchón.

Anhelos

abril 14, 2022 AccidenteLiterarioDeja un comentario

—La realidad se ve mejor en una pantalla, parece más real, dijo Alex con la mirada perdida mientras sostenía en la mano un porro grueso del que se desprendía un saumerio fuerte; ella lo miraba un poco de acuerdo, un poco inconsciente, no recordaba ya de qué hablaban, así eran las trabas de Andrea, la hierba la levantaba muy arriba de sí misma y empezaba a surfear la situación siempre con cara de distraída, siempre sin rumbo.

—Sí te entiendo, no necesito de la pantalla, sin embargo dijo ella en voz ausente, me pasa que las mejores cosas son las que aún no me han pasado, la promesa de esa cosa que está por pasar; tomó el porro le dio una calada y dijo, las tetas sienten desde antes el mordisco que están por recibir, mi sexo se moja desde el beso intuyendo que más tarde será su turno, el polvo es antes del polvo, el beso antes del beso, la carne antes de la carne… el sabor de la carne, me refiero, la hamburguesa ya ha llegado a mí desde el momento en que el mesero la trae a la mesa y ese momento ya es todo… sabés, yo creo que los mejores besos los he dado yo antes de dar el beso, porque estoy segura que a los demás también les pasa, en esa ilusión egoísta que da la anticipación, pero la gente olvida que también el otro hizo parte de esa fantasía, que si la paja estuvo riquísima y el sexo soñado fue el mejor sexo del mundo, entonces eso fue real también, eso pasó.

Alex extendió la mano y tomó el porro con una pinza, Andrea tenía la mala costumbre de babearlo y él odiaba eso aunque en otros espacios le encantaba, por eso no la recriminaba, coincidía con ella en que lo mejor que hacemos está en los momentos previos, y si quería seguir disfrutando de su boca y sus besos llenos de saliva, en sus mamadas húmedas, debía guardar silencio.

—Es el mismo principio, dijo después de la calada, verlo en una pantalla significa que ya pasó, pero desde una perspectiva distante, es como las fotos, claro no siempre fueron pantallas las fotos, vos no lo recordás, sos joven, para vos los portarretratos son marcos para cuadros e ilustraciones, pero no siempre las fotos fueron pantallas, la cosa es esa, lo ves desde lejos, vos lo ves antes, yo después, el mundo ya pasó, ya existió y es incambiable, y eso de alguna manera lo hace hermoso, no es lo mismo verte las tetas, que querer vértelas y mucho menos tener el recuerdo a la mano siempre de que te las vi, no es lo mismo el deseo, que la acción ni que el recuerdo, y menos que la prueba del recuerdo, a vos te gusta soñar con lo que podría ser, a otros solo les gusta ser y a mí, a los nostálgicos, y más a los marihuaneros nostálgicos como yo, nos encanta recordar simplemente lo que ya fue, porque vos sos feliz con el futuro, mientras que yo creo que uno siempre vuelve a esos lugares donde amó la vida; dijo mientras se le acercaba mucho para apagar el porro en la caneca que había detrás de ella, es de Borges dijo.

—¿Cómo?, preguntó ella distraída como siempre que estaba high y nerviosa de imaginar ese beso que sabía que vendría, de esa caricia que prometía que ser una cadena de contactos, y la humedad la sonrojaba porque para ella lo mejor del sexo estaba pasando desde ya y ahora que él sabía cómo lo vivía ella, no podía contenerse y perseguía la idea de sus besos, de su cuerpo, del sonido de sus cuerpos chocando… del sabor.

—Que al final la realidad es lo de menos, vos estás viviéndolo desde antes de que pase y yo estoy esperando a que se termine para disfrutarlo. —Dijo y al fin la besó.

Rituales

septiembre 9, 2021septiembre 9, 2021 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Era metódica, para nada mística, pero había algo en sus gestos que te daba la impresión de que nunca hacía nada de forma desprevenida. Una cadencia que articulaba un movimiento con otro, cada uno enunciaba el siguiente; y no hablo de que fuera predecible, no, cada giro, cada paso te sorprendía, aunque parecía lógico, pero estaba tan bien ejecutado que más que una necesidad de desplazamiento o una comezón repentina, parecía una coreografía.

Y es blanca, blanquísima, una palidez seductora, pero no inspira pureza, por el contrario, es una pureza que querés corromper. Y uno se pregunta si con esos dedos largos sabrá tocarse para tentarte, si sus movimientos se sincronizarán así de bien al follar, de ser así debe ser increíble, resuelta, ligera, siempre sabiendo qué sigue, un paso adelante, y ningún movimiento demás, siempre la fuerza justa, la cadencia justa, cuándo lamer, cuándo arañar…

Imagino su masturbación, imagino que entra a su cuarto, siempre en un ocaso arrebolado, en esa amalgama de rosa y naranja y cierra la puerta, baja la cortina, pero no el black out, busca su canción favorita y camina desnudándose hasta al cajón con sus juguetes, cierra los ojos y con la yema de sus dedos los recorre con los ojos cerrados, siente sus pliegues, sus formas hasta humedecerse y cuando se sincroniza con uno lo toma, lo aprieta y sonríe. Se sienta y abre sus piernas, y aplica lubricante en sus dedos, lo huele, lo saborea, se humedece y baila, se contonea felinamente, su cuerpo se sintoniza, cada poro responde, cada nervio se agudiza…

Cocinando debe ser igual, cortes firmes, rápidos, coordinados, cortes enérgicos, tap, tap, tap incesante, tap, tap, tap, inclemente, tomates jugosos entre sus dedos, ajo, cebolla, impregnándola toda, tap, tap, tap diseccionando pepinos, cebollines, zucchini, toma la carne como agarrándose las tetas, con una lujuria nata. Así creo que cocina, porque así camina, así habla, así te mira, con una carita pura que promete que el paraíso está en la punta de su lengua, que el infierno está en la mitad de su entrepierna.

Es un trance, sí, te digo, nada se le iguala, cuando ella camina, Björk suena de fondo, cuando ella habla Björk canta, come to me pienso, come to me y me muerdo la boca, come to me. Y entonces ella se levanta, se despide y se aleja, y yo me quedó ahí viéndola, imaginándola bañándose, imaginándola barriendo, trapeando, imaginándola comiendo un helado, durmiendo, imaginándola, siempre así, coreografiada, ondulando su vida, sonando como un saxofón, haciéndome cosquillas en las ideas…

Y ella se va andando desprevenida de mi mirada, ella se va silenciosa tarareando su canción favorita. Porque el cielo está arrebolando, porque anaranjada la tarde pinta el firmamento y de rosa se llenan sus mejillas, y extiende sus dedos al aire y siente su textura, su forma, y lo aprieta entre las manos y se contonea felinamente y yo pienso…

Sabrá que justo así la imaginaba, dildo en mano, juguetona, sabrá acaso su cuerpo leer una voluntad tan ajena, será ese el secreto de su reino, que se gobierna solo bajo el anhelo del deseo, que su sino es el pecado soñado. Me pregunto sin poder tener respuesta alguna, sin animarme a decirlo, se voltea, me mira y sonríe, quizá, quizá, quizá, responde con una clave casi de salsa casi bolero, se relame los labios, arroja un beso y se va.

Por fortuna es una mujer de rituales, y mañana sagradamente estará de nuevo aquí, esperando a ver si el cielo se pinta.

Energía Potencial

agosto 12, 2021septiembre 9, 2021 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Comienza con espasmo, 1200 músculos se tensan, se retuercen, se comprimen y concentran su energía hasta estallar mientras se expanden. Sumados son 30 segundos, en los que el potencial se acumula. Todo es posible. Se concibe en un momento al salvador y al verdugo del mundo, la promesa cumplida, la decepción prometida, y a cada paso ramifica y disipa sus ideas, sus sueños.

Carga consigo los fracasos de su ascendencia, los carga, y esa es su mayor condena. Nada importa, tiene miedo de caerse a pedazos, miedo a perder el control, no toma nunca una copa demás, no pierde nunca el sueño, ni el norte, Prometeo debería llamarse, se ha encadenado así mismo y la angustia le devora a diario las entrañas, la culpa lo carcome.

Teme perderse una posibilidad así que carga y sobrecarga sus expectativas, aún piensa que es posible, aún piensa que todo es posible.

Cash suena al fondo, i hurt my self today –dice- y todo se viene abajo. Prometeo se convierte en Ícaro y cae, recuerda un dolor creciente lo perdido por lo acaparado, mano ocupada, mano perdida recuerda retumba en la voz de facundo, y como Atlas se arrodilla, give me all your love know cuz we may be dead by tomorrow. Y piensa en la médica, en los orgasmos de la médica, en los ojitos blanqueados de la médica, en el lunarcito, en la teta izquierda de la médica. Y como una cascada llegan las imágenes. La licenciada, su damita sumisa, cualquier posibilidad de recrear a Sade partió con ella. Piensa también en la lingüista, en su lunar de corazón en la pierna derecha, piensa la modelo, en la vestuarista, en esa amante camaleónica que más que follar interpretaba los orgasmos, en su lluvia, en sus corridas, y piensa en los países dejados, en las puestas de sol que solo le conocieron la espalda, se da cuenta del dolor de sus partidas, de la profundidad de sus ausencias, comprende que todo se ha disipado.

Nada ha soltado, pero aún así de sus manos cae la vida. Todo lo que necesitó cuidar se desborda, sin nada que lo retenga, se ha cumplido su derrota, su profecía está hecha, el potencial alcanzado, de la pila de sus manos caen y caen pedazos. Ignición inminente 5,4,3,2,1. Se recuerda siendo feliz y avanza, toma velocidad y se siente listo para todo, quema el combustible de su juventud y desacopla los motores, ya no es fuerte, recurre a su inteligencia, se dedica los próximos 5 años a usarla, a mejorar, a crecer, piensa, y piensa hasta agotarlo todo, desacopla, aligera y entonces mira que poco le queda, y que poco le interesa lo obtenido. Abre las manos y se expanden frente a él los pensamientos, como juguetes, como jueguitos, se expanden en un vacío imaginario, toman orden y forma, un niño gordo volviendo a casa con su bolsa de golosinas, un apostador viendo el jackpot en su traga monedas, una furcia viéndole la cara al hombre que la ama. Él frío, y distinto, ni Ícaro, ni Prometeo, ni Atlas, ni Venus, solo ondas de un impacto, seguida de otras ondas que se expanden hasta anularse.

Recuerda sus pecados, disfruta sus pecados y piensa: he pecado, no al cometerlos sino al omitirlos. Selecciona sus pecados favoritos, sus remordimientos más grandes, los compila, los clasifica, ingenuidades, realidades, oportunidades perdidas. Cierra los ojos y pinta.

El flaco lo tiene todo en frente, sonríe, saca los dedos de su picadura de tabaco, mastica un poco, no puede fumar en el museo, pero extraña el sabor y morder la picadura lo calma.

—Fascinante, ¿no cree?, ¿qué cree que significa? Lo interrumpe un cabello castaño, una carita pecosa.

—Es un espejo, dice el flaco tranquilo, a la izquierda está lo deseado, en medio lo hecho, a la derecha lo que yo voy a hacerte. Y mientras lo dice, el flaco se ha acercado a su boca, y al terminar de decirlo la muerde y le lleva su mano a la polla.

Energía potencial, le susurra mientras que ella la prieta.
 

Dolores

abril 8, 2021abril 11, 2021 AccidenteLiterarioDeja un comentario

Desde niño había digamos aprendido que el llanto era gravedad y silencio, desesperación; tendría entre seis y siete años, el teléfono sonó y mi madre al contestarlo rompió en un llanto silencioso, una pesada y larga aspiración que parecía convertirla en una bomba hidráulica, porque el aire que entraba, desplazaba con fuerza las lágrimas que habían dentro de ella. Un tío suyo, de ella, había muerto, yo no lo conocía, mi hermana parece que sí, ella también lloraba. Yo, no entendía nada, era solo silencio, y me sentía mal, pero no sabía si era porque no me sentía mal con la noticia, como si hubiera algo malo conmigo por no llorar, así que fingí, aprendí también que cuando un hombre no puede llorar golpea, y cambié las lágrimas por manotazos al suelo en una pataleta fúnebre.

También aprendí de niño que los niños no lloran, parece y siga que no pasó nada… por eso a mis siete cuando me operaron de las amígdalas estando resfriado nunca derramé una lágrima, la garganta ardía en cada estornudo, y la inundación siempre lograba amenazar en mi párpado, pero nunca cayó ni una gota, tampoco cuando desde los ocho hasta los 14 años la calcificación en mi rodilla aprisionaba y pellizcaba los nervios contra la rótula ante cualquier contacto, muchísimo menos cuando Barrabás golpeó mi espalda en un entrenamiento de rugby e hizo que mis 110 kilos taclearan el pavimento destruyendo algo que nunca sanó. No, yo con esos dolores sabía lidiar.

Tardé en poder traducir el dolor en razones, pero a medida que crecí comprendí que era el quedarse en blanco, sin reacción lo que realmente duele, la impotencia es el único y verdadero dolor. Todo lo demás son maricadas. Dolor fue lo que gritaba cada llanto en el que no suena un solo quejido: el del hombre en corrientes que caminaba frente a mí y se desmoronó con el celular en su oreja, consciente o semiconsciente de su pecado, se arrinconó pronto contra un edificio y con los ojos inyectados de sangre y una rabia hambrienta, se mordía los puños mientras se lavaba la cara con su llanto. Dolor el que sentí la primera vez que escuché que me decían «Lo siento, no va a funcionar», y dolor la primera vez me fui sabiendo que sí lo harían.

Pero el peor dolor fue el de saber que iba a morir, a los 15 años, nunca otro dolor fue tan grande, 15 años, aún virgen e iba a morir, que por mucho estómago que tuviera para vivir, no tenía el suficiente corazón, que un solo que tuve desde niño volvía como un ventarrón, como un huracán a llevárselo todo a la mierda, a la tumba.

Lo supe a las dos de la mañana, un domingo en una pieza de hospital en la que me despertó un llanto ahogado, un sollozo lleno de rabia del hombre que había considerado yo, era de piedra, mi padre, su llanto desesperanzado solo podía tener una explicación: yo me moría. Lo contemplé en silencio y pensé… me voy a morir. No dije nada, no quería que supiera que lo había visto romperse en mil pedazos, no quería que supiera que había roto su propia regla, los niños y los hombres no lloran, y sobre todas las cosas no quería que supiera que yo sabía porque iba a mentir.

El dolor de la muerte me acompañó toda la madrugada, el nudo en la garganta, las lágrimas creando un pequeño oleaje en mis pupilas, pero aún contenidas, el tiempo casi en pausa pasaba sin tocarme, como si me preparara para una eternidad en la que ni siquiera creía. Cuando por fin pasaron las horas, y llegó mi hermana y supe que podría desanudar la garganta y decirlo todo.

Mi padre abandonó el cuarto y ella entró:

—te quiero—, le dije por fin al estar solos, eso entre hermanos adolescentes siempre es señal de problemas —¿qué pasa? — me preguntó —me voy a morir—, le dije y ella sonrío como se ríe quien sabe algo que uno ignora, —por qué decís eso— y le conté del llanto, de mi padre, su padre, de esa mole de cejas fruncidas convertida en un llanto desolado, de la madrugada más larga del mundo desde que dios olvidó crear el sol durante los primeros 3 días de la creación, que no lo negara, que lo confesara y me permitiera confirmar que sabía…

Su carcajada fue estruendosa, si el llanto y el dolor es silencio, la felicidad es algarabía, eso explica muy bien a los costeños, —güeba— dijo —no te vas a morir, es que ayer el hospital llamó, intentó lavarse las manos con la preexistencia del solo y le dijeron a mi papá que la cuenta superaba los 50 millones de pesos, pero ya quedó arreglado, son dos vales, y vos: fue un síncope, hoy te dan de alta—

Dolor el darse cuenta que mi papá no lloraba por plata y no por mí.

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